Si hay algún sitio que desde hace años estoy deseando visitar ese es la Polinesia Francesa. No conozco personalmente a nadie que haya estado, pero lo que he leído en blogs, revistas..., y las imágenes que he visto han hecho que tenga unas ganas tremendas de viajar hasta aquellas tierras tan paradisíacas, en las que cuesta establecer la frontera entre agua y cielo.
El archipiélago polinesio se compone de 118 islas de origen volcánico, que se extienden sobre una superficie marítima de más de cuatro millones de kilómetros cuadrados y que se agrupan en cinco grandes archipiélagos: Islas de la Sociedad, Tuamotu, Islas Marquesas, Islas Australes e Islas Gambier. Y, evidentemente, el principal objetivo de viajar a la Polinesia Francesa es disfrutar de sus aguas turquesas, sus arrecifes, sus playas idílicas y los hoteles de lujo.
De todas las islas Tahití es la más famosa y Papeete es su capital. Allí se puede visitar el Museo de Tahití y sus Islas, dedicado a la historia y la cultura de la Polinesia y que alberga muchos objetos artísticos antiguos. También es recomendable el Mercado Público de Papeete, un buen lugar para descubrir los productos de las islas, con dos plantas: en la primera, los productos perecederos, y en la segunda, artesanía, flores y textil. Y visita obligada es el Museo Paul Gauguin, donde se puede conocer cómo el paisaje, los colores y las costumbres tahitianas inspiraron la obra del pintor francés.
De todas las islas Tahití es la más famosa y Papeete es su capital. Allí se puede visitar el Museo de Tahití y sus Islas, dedicado a la historia y la cultura de la Polinesia y que alberga muchos objetos artísticos antiguos. También es recomendable el Mercado Público de Papeete, un buen lugar para descubrir los productos de las islas, con dos plantas: en la primera, los productos perecederos, y en la segunda, artesanía, flores y textil. Y visita obligada es el Museo Paul Gauguin, donde se puede conocer cómo el paisaje, los colores y las costumbres tahitianas inspiraron la obra del pintor francés.
Pero además de Tahití, Bora Bora y Moorea son dos destinos obligados una vez que se ha llegado hasta el otro lado del planeta. Bora Bora, en apenas 40 kilómetros cuadrados, conjuga las montañas, en el centro, con un atolón formado por un anillo de coral a ras del agua. Dentro del atolón, una laguna de aguas azules y verdes en todas sus tonalidades, en la que emergen islotes coralinos que a veces acogen resorts turísticos.
Moorea está completamente rodeada por un arrecife coralino. En la isla se encuentran: picos de más de 1.000 metros de altura de los que descienden saltos de agua y cascadas, miradores sobre hermosas bahías naturales, valles interiores con plantaciones de piña, vainilla, mango... En resumen, ¡naturaleza en estado puro!
Snorkeling (buceo con gafas y tubo), buceo con botellas de oxígeno, paseos en barcas, baños entre tiburones y mantas, recorridos en vehículos todoterreno... son distintas actividades que se pueden realizar en muchas de las islas de la Polinesia Francesa para disfrutar de un entorno natural incomparable.
¿Alguna de vosotras ha viajado a la Polinesia Francesa? ¿Es tan espectacular como aparece en las fotografías?
Qué paraíso!!! No me importaría irme de vacaciones allí... aunque, ahora mismo eso es un sueño.
ResponderEliminarUn saludoOo enorme!!
No es mi destino favorito pero no me importaría acompañarte porque es precioso.
ResponderEliminarUn beso,
Patricia